Si te has planteado escribir algo, seguro que por lo menos tienes una buena idea. Te felicito, porque tienes un tesoro. Una buena idea es la semilla de una gran historia digna de ser contada. No es necesario que tu mente esté abarrotada de grandes ideas (de eso ya te preocuparás más adelante), ahora mismo nos basta con tener una idea. Un concepto. Un punto de partida. Retén esa idea principal, pues será la semilla que utilizarás para plantar tu historia.
Una vez tengas tu idea clara, por simple que esta sea, el siguiente paso es desarrollarla. Darle forma para que se convierta en una historia compacta y entretenida. No obstante, un bloqueo muy común ocurre ante la falta de comunión entre nuestros conceptos iniciales. Normalmente, cuando quieres contar una historia, sabes lo que quieres contar, pero no sabes ni en qué orden ni cómo relacionar los distintos eventos y personajes.
Lee y relee cada una de las palabras que has escrito. Tu objetivo es encontrar una relación entre ellas, por ínfima que sea. Busca un patrón, y si no existe, invéntatelo. Intentar unir dos ideas totalmente opuestas muchas veces puede dar lugar a una nueva idea totalmente única y genial. Dicho de un modo metafórico, las ideas que has escrito en el papel son piezas de un puzzle que debes colocar en su sitio, encajarlas y ordenarlas hasta tener una única forma totalmente coherente y conexa.
Si tienes en cuenta estos tres puntos los cimientos de tu historia serán sólidos. Lo suficiente para soportar todo lo que le quieras poner encima. Recuerda que aprender a trabajar una idea es sólo el primer paso de todo un largo proceso de creación literaria. Pero es un paso imprescindible, si lo omites corres el riesgo de arrepentirte cuando ya sea demasiado tarde.
Es fácil tener buenas ideas, lo difícil es desarrollarlas debidamente.
fuente: https://www.inteligencianarrativa.com/3-consejos-para-empezar-tu-novela/